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Frozen / PnF 11

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Tutuna99's avatar
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- ¡Phineas!

La voz de Isabella cortó el silencio en el aire y llamó la atención del hermano mayor. La joven entró a la habitación corriendo espantada, seguida de Perry,  y se deslizó hasta arrodillarse al lado del pelirrojo. Ya a su lado, apoyó una mano en su mejilla y lo hizo mirarla.

- ¿Estás bien?

La preocupación se marcó en su voz mientras lo miraba seriamente con sus ojos azules.
Phineas asintió mientras ella lo ayudaba a parase.

- Ah,  estoy bien – dijo suavemente, ante las miradas preocupadas de la chica y Perry. Cuando estuvo de pie, miró a su hermano y repitió con voz firme y clara – Estoy bien.

- ¿Ella quién es? – preguntó Ferb, alterado de recordar que pasó la ultima vez que el pelirrojo le presentó una chica – No, e-eso no importa – se arrepintió.

Retrocediendo y de costado a ellos, como ocultandose, el Rey de las Nieves los miró temeroso de volver a cometer un error.

- Quiero… Que se vayan de aquí.

Las paredes crujieron mientras una nueva capa de hielo se formaba en ellas, esta vez más aspero y salvaje, pero al principe no pareció importarle.

- No – se negó, reacio a entender – ¡Ferb, se que hallaremos la solución juntos!
- ¿¡Y cuál es!? – el peliverde se volvió a desesperar. Con cada grito suyo la nueva capa de hielo se extendia más y más - ¿Qué poder tienes que acabe con el invierno? – se detuvo un segundo y miró a su hermano a los ojos - ¿…O conmigo?

El menor se le quedó viendo. ¿Acaso sugería que…?

El hielo volvió a crujir e Isabella tironeó el brazo de Phineas.

- Phineas, hay que irnos – dijo con voz temblorosa
- ¡No! – exclamó, soltandose de su agarre. El hielo crujió con más fuerza - ¡No voy a irme sin ti, Ferb!
- Si, lo harás. – respondió su hermano, con un tono entre mordaz y preocupado.

Phineas se iría, lo quisiera o no. Tenía que protegerlo. Lanzando un rayo de hielo entre él y el principe, creó un torbellino que poco a poco fue tomando altura y forma. Los visitantes fueron testigos de como la creatura se erguía frente a ellos, dejando a Ferb fuera de su alcance. El pelirrojo abrió la boca, al igual que Isabella, estupefactos, mientras que Perry lanzó un pequeño “Wow” y sonrió maravillado.

Las hendiduras de su rostro emitieron un breve brillo celeste antes de que estuviera terminado y, cuando lo estuvo, todos permanecieron en silencio. Solo entonces, Perry volvió a hablar, sonriente y emocionado.

- ¡De lujo! ¡Otro muñeco de nieve!



- ¡Basta! ¡YA BÁJANOS!

Phineas pataleaba inutilmente en las garras del monstruo de nieve. Isabella solo estaba ahí, a su lado, presa de la resignación – o talvez miedo- y se estaba quieta, mientras que Perry estaba en la otra mano del gigante, observandolo, maravillado de haber visto como Ferb podía ser capaz de ello y de disfrutado la belleza de su magia.

El monstruo llegó a la entrada y abrió la puerta con el codo. Pasó dificultosamente a travez de ella, debido a que su tamaño era enorme. Abiendo sus garras de hielo, soltó al principe y a la montañesa, arrojandolos en dirección a las escaleras.

- ¡Fuera de aquí! – gritó la creatura temiblemente, con una voz casi mecanica.

El muchacho y la morocha se deslizaron todo el camino abajo por las escaleras, siguiendo de largo al final de ellas y pasando a Pinky, quien estaba sentado al principio, con la lengua pegada al hielo de la varanda.

- ¡Allá voy, chicos! – gritó Perry, mientras sus amigos se recomponian y paraban. Cuando la cabeza del ornitorrinco aterrizó en la roca nevada tras ellos, el animalito se apresuró a exclamar - ¡Cuidado con la retaguardia!

Phineas e Isabella se apuraron a agacharse cuando la cola y cuerpo de Perry se estrellaban a su lado. El pelirrojo miró como su amigo terminó desarmado sobre la roca y se encolerizó. Tomó algo de nieve y la hizo una bola mientras se ponía de pie. ¿Quién se creía la cosa? ¡¿Quién se creía su hermano?!

- ¡No es nada cortés arrojar a las personas! – dijo mientras apuntaba, totalmente exasperado. Isabella lo tomó del brazo justo a tiempo, forcejendo con él mientras lo abrazaba en un intento de contenerlo - ¡Ya! ¡¡Sueltame!!
- ¡Wow, wow, wow, wow! ¡Fue suficiente! ¡Ya relajate! – exclamó mientras el chico cesaba su forcejeo – Calmado, calmado.
- ¡Okey! ¡Okey! ¡Ya entendí! Estoy bien – le contestó el ojiazul, soltandose y mirandola de reojo
- ¡Deja al hombre de nieve en paz! – insistió la morocha, mientras el principe le daba la espalda con dignidad y serenidad
- Estoy bien – repitió
- Gracias – suspiró ella, dandose la vuelta para ayudar a Perry.

En seguida, y aprovechando que su compañera estaba distraida, Phineas volteó y descargó su ira lanzandole la bola de nieve al monstruo.

- ¡No, Phineas! – gritó la montañesa mientras volteaba - ¿Qué te dije?

La pequeña bola viajó por el aire hasta golpear insignificantemente al gigante en el hombro. El monstruo permaneció quieto un segundo antes de rugir estrepitosamente molesto hacia ellos.

- ¡Oh! ¿No te dije? ¡Ya se molestó! – le reprochó Isabella, mientras el pelirrojo miraba al gigante con cara de “Fue sin querer queriendo”
- Yo lo distraeré – dijo Perry, aun en la roca y dividido en partes – ¡Ustedes dos, corran!

Obedientemente, el principe y la muchacha salieron corriendo por un lado, Pinky por el otro, e incluso el cuerpo y la cola de Perry se desprendieron de la roca y salieron disparadas del lugar.

- ¡No, no, no! ¡No ustedes! – gritó el ornitorrinco a su cuerpo, mientras el gigante de nieve pasaba frente a él, sacudiendo el suelo y haciendolo caer. Con el pico hundido en la nieve, miró hacia ambos lados – Bueno, esto va a ser más dificil de lo que creí


Más adelante, los viajeros corrían agilmente, hasta que el chico resbaló, seguido de la morocha y terminaron deslizandose por una pendiente. Cuando por fin llegaron al final de ella, el monstruo aterrizó a sus espaldas, causando que Isabella reaccionara y torineara al pelirrojo, ayudandolo a pararse.

- ¡Corre! ¡Corre! – gritaba la montañesa mientras comenzaban a atravesar una zona llena de arboles, donde creyeron poder perder al gigante.
- ¡Los atraparé! – gritó la enorme masa de nieve mientras les seguía el ritmo, corriendo la arboleda para pasar

Los jovenes seguían corriendo entre la flora, buscando un modo de salir de la situacion cuando Phineas vio un pino doblado por el peso de la nieve sobre él a un par de metros de distancia. Decidido, corrió hasta él, se colocó en la punta y esperó hasta que el monstruo estuviera lo suficientemente cerca.

- ¡PHINEAS! – gritó la muchacha más alla, frenando - ¿¡Qué estás haciendo!?

El pelirrojo soltó el árbol, golpeando al perseguidor en la cara, tirandolo unos metros más atrás.

- ¡Eso ha dolido! – se quedó él.

Sin perder tiempo, el chico corrió a la par de Isabella, mientras el monstruo seguía sepultado en la nieve.

- ¡Si le di! – se entusiasmó el principe
- ¡Vaya! ¡Tienes talento! – sonrió la morocha
- ¡Fue genial! – continuó él

Paró de festejar cuando la joven puso un brazo en frente suyo para evitar que cayeran al abismo. Un par de monticulos de nieve resbalaron por la cornisa mientras ellos se asomaban para ver la gravedad de la situación.

- Es una caida de 30 metros – dijo Phineas
- De 60 – corrigió la ojiazul mientras tomaba una soga y lo ayudaba a atarsela en la cintura

Un rugido se oyó a la lejanía, entonces Isabella tomó un pico y comenzó a cavar en la nieve, desesperada.

- ¿Eso para qué es? – preguntó él, ajustandose la soga
- Clavo un ancla de nieve – explicó ella, cavando mas profundo
- Okey – respondió, aunque no sabía qué era un ancla de nieve - ¿Y si caemos?
- Hay 6 metros de nieve fresca – aseguró la morocha, terminando el ancla – Será como caer en una almohada – volvió a asegurar la soga en el ancla y agregó, algo temerosa  – O eso espero…

Otro rugido se escuchó, un “Listos o no allá voy ” y un par de arboles se movieron, no estaban cerca, pero tampoco lo suficientemente lejos como los jovenes quisieran. Isabella lanzó la soga hacia el precipició, lista para que bajaran.

- Okey, Phineas – tironeó verificando el ancla nuevamente – ¡A las tres!
- Okey – asintió él, mirando hacia el vacío, donde la soga se perdia entre la niebla.
- Uno…
- Tu dime cuando, porque estoy listo – susurraba el chico, mentalizandose y calentando en el lugar.
- Dos…
- Nací más que listo – se animó de nuevo, con euforia.
- Calmate – interrumpió ella, justo cuando un pino salía volando del bosque y aterrizaba un metro frente a ella.
- ¡ÁRBOL! – gritó Phineas, tomado por sorpresa.

Cuando la montañesa volteó, alcanzó a ver como el principe se lanzaba al vacio con los brazos y piernas estirados, al mejor estilo paracaidista en un ataque de panico y adrenalina.

- ¿Pero qué--? – En seguida, la soga de la morocha tiró de ella hacia el precipicio, por el peso del pelirrojo

El ancla de nieve crugió, pero resistió y frenó su caida, a un par de metros de la cima. El chico quedó colgando, atado a la soga, mientras que ella estaba un metro por encima de él, realmente confundida.

- ¿Qué pasó? – se preguntó extrañada ante el repentino freno de su caida. Al parecer, no se suponía que eso pasaría


En la cima, Perry salió de entre los arboles, totalmente agitado y con la cola en la cima de su cuerpo, la cabeza sobre las patas y su pico-zanahoria en una mano.

- Woah… - se quejó, respirando dificultosamente – Necesito hacer más ejercicio – Tomó aire y se acomodó el cuerpo en un santiamén – Ya estoy listo, ahora… ¿Dónde se metieron? – dijo, mirando a todos lados - ¡Hey, Phineas! ¡Pinky! Oigan, ¿Dónde están? ¡Ya dejamos a Norm muy atrás!

No fue hasta que un “Oh, me agrada ese nombre” llegó hasta sus oidos que Perry se percató de que el monstruo, ahora llamado Norm, estaba parado justo detrás de él

- … ¡Hola! – saludó Perry, tratando de sonar casual mientras se daba la vuelta – Justo estabamos hablando de ti. Pero cosas buenas, cosas buenas – sonrió con amabilidad

Un quejido de Phineas llamó la atención de Norm y delató su pocisión. El gigante dio un paso, avanzando hacia los jovenes, que trataban de bajar poco a poco con la cuerda.

- ¡NO! – gritó Perry, parandose frente a él. Cuando Norm siguió de largo, ignorandolo, el animalito se aferró a su pierna, pegandole con su cola de castor y tratando de despegar uno de los cristales helados que tenía, con intención de distraerlo - ¡Deja a mis amigos en paz!

Cuando por fin logró quitarle un pedazo de hielo, el gigante gimió.

- ¡Ha, ha! No eres tan rudo, ¿eh? – se burló Perry. Norm grunió y tres cristales mas salieron en su pierna – Oh, oh

El monstruose sacudió, para quitarse al muñeco de nieve de encima y lo logró, arrojandolo al vacio. Perry gritó cuando cayó y pasó al lado de sus amigos

- ¡Perry!  - exclamó Phineas, balancendose peligrosamente en un intento de atraparlo.

El animal chocó contra una roca y su cuerpo volvió a dividirse en tres.

- ¡Resistan, los veo abajo! – gritó antes de perderse en la niebla
- ¡Ya! ¡Date prisa! – apuró el chico, mientras se sujetaba de la soga e Isabella apuraba el paso. De repente, volvieron a frenar - ¿Qué pasa?

Cuando el pelirrojo alzó la vista, llegó a ver como Norm tiraba de ellos hacia arriba mediante la soga. El muchacho se desesperó, tratando de desatar el nudo de su cuerda para caer en los 6 metros  de nieve que la joven había prometido, pero no lo lograba. La morocha se inclinaba hacia abajo, poniendose de cabeza para tratar de alcanzar a Phineas y ayudarlo, cuando el balanceo de la soga hizo que chocara su cabeza contra la montaña, dejandola mareada y algo inconciente.

- ¡Isabella! – se espantó el principe, mientras eran jalados hasta la cima, donde Norm los sostuvo frente a su cara.
- ¡No vuelvan! – rugió estrepitosamente, llenandolos de nieve con su aliento helado.
- No lo haremos – respondió él, estirandose para tomar el cuchillo que Isabella llevaba en su cinturón y utilizandolo para cortar la soga, causando que ambos cayeran en picada.

Ambos gritaron, lo que fue buena señal de que la ojiazul ya estaba más conciente que hace un par de segundos. El pelirrojo se preparó para el golpe que nunca llegó. Cuando abrió los ojos para ver qué pasaba, ya estaba en la base de la montaña, hundido hasta el pecho en la nieve, pero sano, salvo y respirando.

- Ah – suspiró aliviado y lleno de felicidad, mientras palpaba la nieve a su alrededor – Oye, tenías razon. Igual que una almohada. – Dejó se sonreir cuando escuchó a Perry a su lado, respirando agitadamente. Lo miró alarmado - ¿Perry?

El animalito estaba sentado en la nieve  -bueno, la verdad solo estaban el torso y su cabeza- respirando agitadamente y palpando un par de pies enbotados llenos de nieve frente a él.

- No siento mis piernas – se desesperó, moviendolos con energía -  ¡No siento mis piernas!

Isabella se levantó de golpe detrás él, surgiendo de la nieve. Mientras tocía y se quitaba la nieve, logró aclararle:

- Es porque esas son mías
- Ah… Ya sabía – alegó Perry, justo cuando el resto de su cuerpo avanzó torpemente hasta allí – Eh, Pinky ¿Me alcanzas mi trasero, por favor?

La morocha rodó los ojos con una sonrisa mientras arreglaba al muñeco de nieve.

- Ah, ya me siento mejor… - se relajó el ornitorrinco. Pinky apareció a su lado y sonrió – Hey, miren, ¡Pinky nos encontró! – rascandole el hocico e ignorando que trató de comer su pico-zanahoria, le dijo, con voz graciosa - ¿Quién es un buen reno? ¿A ver, quien?
- Hey, no le hables así – interrumpió la joven, algo celosa y perturbada, separandolos
- Es que tiene cosquillas – rió Perry, volviendo a ignorar que Pinky seguia con la vista fija en el vegetal naranja.

Mientras tanto, el principe continuaba tratando de salir de la nieve, pero solo lo había logrado hasta la cintura; sus piernas seguían enterradas. La montañesa suspiró.

- A ver, te ayudo – dijo, extendiendole la mano y tirando de él hacia atrás. – Wow, estás bien enterrado
- Sigue tirando –contestó el muchacho, tratando de salir.

Cuando por fin cedió, Isabella se soltó y se tambaleó hacia atrás, resbalando con el suelo. Phineas reaccionó rapidamente, parandose y corriendo a tomarla de la mano para que no cayera.

- ¡Woah!  Estuvo cerca – sonrió el pelirrojo, ayudandola a pararse.
- Si… Gracias – le sonrió de vuelta, sin percatarse de que aun estaban tomados de la mano – ¿Tu tambien estás bien?
- Claro, no hay problema, ¿y tu cabeza? – dijo el chico, colocandole una mano en la parte de la contusión. La ojiazul soltó un pequeño gruñido de dolor. - ¡Lo siento! No quise herirte
- No, no – interrumpió ella, alzando las manos en señal de que no se preocupara – Esta bien, no dolió nada, de verdad – puso una expresión seria – Tengo un craneo duro
- Yo no tengo un craneo – dijo Perry, como alegando que aun sin tener uno, estaba intacto - … O huesos – razonó luego
- Entonces – lo ignoró, volviendo su vista hacia el joven - ¿Ahora qué?
- ¿Ahora que? – rió nervioso, rascandose detrás de la oreja. De repente su expresión cambio a una de desesperacion - ¿Ahora qué? – se dio la vuelta, totalmente perdido – ¡Oooow! ¿Y ahora que voy a hacer? ¡Él me echó! – dijo, volteando hacia la chica – Y no puedo volver a Arendelle con este clima y- y está tu negocio de hielo y—
- Hey, hey, hey – lo frenó Isabella, sonriendo ante como la tenía en cuenta, aunque ella hubiera sido mezquina con él al principio – No sigas pensando en mi negocio

Se quedó así, sonriendole, hasta que notó algo extraño en el cabello del ojizul.  Su expresión se volvió preocupada.

- Mejor preocupemonos de tu cabello – señaló ella – ¡Está blanco!
- ¿Qué? – se enfadó él, ante su expresión espantada – Caí de una montaña, ¿no viste el tuyo?
- ¡No, no! ¡Me refiero a que se está tornando blanco! – corrigó la morocha, señalandolo.
- ¿Tornandose blanco? – Phineas alcanzó su mechón de pelo más largo e hizo ojos vizcos para poder verlo. Efectivamente, otro par de mechones se habían tornado blancos, además del que ya tenía desde la infancia - ¿Qué?
- Es… Por el rayo que te lanzó Ferb – razonó ella, preocupada. Esta situación le sonaba de algo.
- Uh… - el ya no tan pelirrojo soltó el mechón – Y… ¿Se ve muy mal?
- … - La  joven lo miró un segundo, saliendo de sus pensamientos - No
- Titubeaste – Intervino Perry
- ¡No lo hice!  - se defendió la chica. Volvió a mirar al principe – Phineas, iremos por ayuda, ¿Okey? – sin esperar respuesta, comenzó a caminar, se podría decir que hasta con urgencia - Siganme
- Okey – respodió el ornitorrinco en su lugar - ¿A dónde vamos?
- A ver a mis amigos – dijo ella, recogiendo su gorro de la nieve
- ¿Los… expertos en amor? – preguntó el principe, con algo de ironía en su voz
- ¿Expertos en amor? – repitió Perry, sorprendido y atraido por el tema
- Ajá – la muchacha se colocó el gorro y siguió caminando, aun algo absorta en sus pensamientos – Y tranquilo – le garantizó al chico – Arreglarán este embrollo
- ¿Por qué tan segura? – quizo saber él

Isabella volteó a verlo. Su mirada recorrió su rostro, como relacionando su cara actual, más madura, con el infantil e inocente rostro apasible que vió una vez en el valle, que más tarde sería su hogar. Tomó aire.

- Por que los vi hacerlo antes.

Retomó su camino y hubo un pequeño silencio, mientras Phineas trataba de entender que quizo decir con eso. ¿Habían tratado ya con hechizos impuestos por gente con poderes sobre el hielo y la nieve? Frunció el ceño, y justo cuando iba a preguntar, Perry volteó hacia él.

- Me gusta considerarme un experto en el amor – dijo con certeza, a lo que Pinky relinchó en lo que podría haber sido una risa sarcastica.
bdafdsvdfgsa Norm es Malvavisco -w- ... Que?Me faltaba elenco, okey? XDDDD

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Disney by Frozen ... No, esperen, al reves XDD
PnF by DnS
© 2014 - 2024 Tutuna99
Comments6
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flameoona's avatar
Phinbella moment!!!!!
:heart: